en cada mililitro de saliva crecía una enredadera extensa y medio marchita
yo hubiera dado lo que fuera por un mordisco de esas hojas sabor tabaco
así de desesperado estaba por sentir sus células mutando en mi lengua
Entre las muelas le nacían flores de colores, le deformaban los dientes y su boca se convertía en un mariposario oculto en ladrillos blancos y paredes rojas.
Ella cantaba al amanecer, yo, le miraba las espaldas y sus pechos los lamia el mar
.
Ella con su caminar en el piso abría grietas del tamaño del sol,
De sus huellas emanaban pequeñas y graciosas tortuguitas con lagrimas en los ojos.
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