lunes, 29 de junio de 2015

Piranga olivacea

Las mejillas un poco invadidas por pecas aventureras.
Los hombros descubiertos y blancos como la leche que no toma.
El vestido, rojo tangara.

Ella estaba mudando y preparándose para afrontar su y mi sexualidad. A la cabeza como una corona que no existe su pelo flameaba y escupía rojos intensos, rojos de herrero , yo a sus pies la veía pasar adrede , dando vueltas feliz al momento en que sus muslos pintados entraban en el umbral de mi visión y su sonrisa se ampliaba con el espasmo de mi cara.

Como se levantan las mareas me puse de pie y tome ambas mejillas preciosas en mis manos y mis ojos se inundaron de tanto rojo de tanta ansia .Con un valor de mata dragones me acerque y la bese , la bese como se besa ansioso la primera vez , la bese como se explota un cohete ,como se anuncia el funeral de un tirano , como quien espera una carta que llega cuando la desesperación se marchaba con su alma bajo el brazo , la bese con pasión firme, feliz, con una sonrisa que no me dejaba sentir todos sus labios .

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