sábado, 16 de enero de 2016

Zollverein

De la figura de su cuerpo, los dedos recorrían los caminos, se desbordaba la vida por su cintura y la caída al vació de entre sus muslos representaba la ultima frontera a explorar.

Tenia una forma peculiar de sonreír, no sabia si me miraba a mi o al café que tomaba, no sabia si me atravesaba intensa con sus ojos chispeantes o si la longitud de su visión se detenía en la parte posterior de mi alma.

La voz le temblaba en una especie de sinfonía deliciosa con la que mis orejas intimaban secretamente. Mientras mi corazón se aterrorizaba como se asustan los perros que sienten los temblores venir antes que estos derrumben el techo.

La pantera al acecho que en sus labios color carbón encontraba una caverna carnosa, me miraba atenta con la visión en amarillo intimidándome y negándose con un rápido zarpazo directo a mis intenciones más galantes.

Me encantaría verla a la luz de la mañana con el viento revolviendo su pelo desgreñado y mis manos en su cintura ,la pantera dormida y las armas listas para el asalto final, después de todo cazar no es malo es solo una necesidad.