domingo, 25 de febrero de 2018

Guanacaste

En la planicie gigantesca, donde lo que marcha es un ejército de delgados y amarillos tallos, se ha desbordado desde tiempos sin fecha el Tempisque magnifico, que, al igual que tus manos precisas, moldea la tierra y aplanan las lomas y cerros.

Yo sé que no tienes los ojos azules como este cielo eterno, que tus labios no son del color de la inflorescencia del carao, que no naciste en esta pampa y que lo moreno de tu piel es de familia y no por el trabajo pero aun así todo en este seco paraje se me parece a ti.

El tiempo, que lento se percibe, me da una oportunidad más grande para pensar en tus caderas, en la manera en que mi mano acerca nuestras entrepiernas y mi brazo firme conquista tu espalda.

El sol que favorece esta bella tierra Chorotega, me deshidrata, y me hace desear de tu cuerpo el frescor, lo hidratante de tu risa y la sombra de tus pestañas.

Las nubes de polvo que revientan en mis ojos y me secan los lagrimales, son la analogía perfecta para el dolor de no poder ver, de mi persona favorita, la más horizontal de las sonrisas.