Existen huracanes que pasan como personas por nuestra vida, nos hacen sentir una brisa helada en nuestras espaldas y la cara nos la mojan con sus mareas de belleza.
Sus caras nos sofocan y no podemos respirar normalmente nunca mas.
Llega a veces el punto donde sofocados queremos pedir auxilio mas no lo hacemos, miramos perplejos el simétrico rostro en calma y dormido del siniestro y nos dejamos ilusionar sabiendo que, fuera del circulo del sueño , nos esperan los vientos veloces de sus ausencias.
Cuando todo pasa, quedamos con el sabor a terror en la boca, el miedo en las gargantas y el corazón fascinado pidiendo más,esperando a la próxima temporada de huracanes.